Ember siempre ha sido distinto a los demás dragones. Su rugido más potente suena casi como un estornudo discreto y cuando emana fuego, los aldeanos simplemente le acarician la cabeza y exclaman: «¡Ohhh!».Ember cree que nunca podrá conseguir un buen botín de oro, pero un encuentro casual con una panadera hace que su suerte cambie (y que su barriga empiece a gruñir). Como el dragoncito irá descubriendo, el oro que elaboras es muuucho mejor que el oro que robas. ¿Y el oro compartido ¡Ese es el mejor de todos!
Reseña de la editorial